Inicié mis estudios en Medicina orientada por el deseo de servir y sentirme útil. Luego de titularme, me fui varios años de médico general de zona y tuve la experiencia de ser la médica de pueblo, de familia, logrando conocer a mis pacientes, a sus padres y a sus hijos, al núcleo familiar. Así, descubrí que los pacientes no son hígados inflamados, ni estómagos ulcerados. Tienen nombre y apellido, son seres humanos, con vidas, con historias propias y que sus vivencias en esos cuerpos generan dolencias. Que no basta un analgésico o un antiinflamatorio para tratar esas enfermedades, sino que hay que involucrarse más allá para encontrar el verdadero origen y tratar la enfermedad desde la raíz. El enfoque médico actual, parcelado y separando los órganos de los pacientes, tal como si fuesen partes de un juego didáctico, a veces sólo logra disminuir síntomas, pero no mejorar a los pacientes.

Así fue como busqué una especialidad que abarcara a todo el ser humano y no sólo una parte. Y qué mejor que el sistema inmune, que tiene que ver con todo el cuerpo físico, pero también con su estado anímico y con las vivencias, con su alimentación y mucho más. El sistema inmune está relacionado con todo lo que concierne al ser humano, con su medio ambiente, con cómo se relaciona con él y de esa relación aparecen enfermedades como las alergias o infecciones a repetición. También tiene que ver con cómo es la percepción de nuestro propio cuerpo y de ahí aparecen las enfermedades autoinmunes.

En la búsqueda de un tratamiento más integral para mis pacientes, he estudiado distintas terapias complementarias: algunas de autoformación y otras impartidas por diferentes entidades (medicina biorreguladora, medicina antroposófica, medicina integrativa, terapia RAI y otras).

Después de  20 años de práctica médica he descubierto que las personas no se enferman por su genética o por el azar, sino que  tiene que ver con muchos más aspectos: desde los más triviales, como puede ser la alimentación, hasta los más profundos, como el aprendizaje de vida. Ver así  la medicina y a los pacientes puede ser más complejo, pero cada día es más reconfortante.