Octubre, por extensión del Día Internacional del 1 ° de octubre, ha sido definido como el mes de las personas de edad, como iniciativa de la Asamblea de las Naciones Unidas, desde 1990, que pretendía sensibilizar sobre el papel de las personas mayores y promover su inclusión y participación activa en las sociedades. Mucha agua ha corrido bajo los puentes y esos objetivos siguen constituyendo un imperativo a cumplir.
En este contexto se configuran grandes desafíos, globales y particulares. En Chile implica considerar que las personas mayores representan el 19,3% de la población(Casen 2017), con un 55.2% de mujeres y un 44.8% de varones, con porcentajes in crescendo. Contrastado con un inquietante correlato de baja de las tasas globales de fecundidad, como expresión de las decisiones de les jóvenes sobre tener o no hijes, que es tema para otro artículo, que hablan de cambios sociodemográficos relevantes a tener en cuenta en la agenda pública.
Este panorama genera retos en distintos ámbitos, uno el de las políticas, planes, programas y ofertas públicas que se definan; dos, el de los medios de comunicación y sus abordajes de esta población y sus distintos segmentos en orden a erradicar “el edadismo”, de narraciones definido como “viejismo” que les caracteriza y tres, en términos más personales cómo abordar, desde las vivencias cotidianas, el curso de las vidas , en las distintas manifestaciones de la vejez y el envejecimiento.
A éste respecto, se aprecia la mayor visibilidad de estos grupos etareos, con sus características, sus aflicciones (las exclusiones, los deterioros, la proximidad de la muerte, la soledad), sus aportes socioculturales ( en el ámbito productivo y de apoyo en labores de cuidado de otres, incluidos las responsabilidades con adultos mayores cercanos y nietos y nietas) y sus esperanzas vitales.
La existencia de más iniciativas públicas, incluidas las universidades ( U de Chile, Universidad Católica, Universidad de Valparaíso, entre otras), y de iniciativas privadas , todas visibles en las redes sociales, están siendo una interesante fuente de conocimientos acerca de las personas mayores, de posibilidades de encuentros entre personas mayores y de actividades que fomentan su bienestar físico, mental, interpersonal, que contribuyen a la corriente principal de asegurar para las personas mayores otro devenir.
Desde enfoques más psico-sociales, iluminador ha sido la divulgación de los resultados del estudio longitudinal de la Universidad de Harvard con los académicos Waldinger y Schulz, año 2023, sobre la “Buena Vida” que traza las dimensiones claves en cómo se puede vivir bien las vejeces, a saber: amor y conexiones, actividades y propósitos más aceptación y adaptaciones. (Waldinger y Shulz, 2023)
2 Desde la logoterapia, una de las vertientes de la psicología humanista, creada por V. Frankl, se refuerza su propuesta del vivir con sentido, que la práctica clínica y estudios señalan su papel significativo en cómo afrontar el curso de nuestras trayectorias, incluidas las vejeces . En palabras de uno de sus seguidores, Efrén Martínez, “ El sentido de vida consiste en tener un hacia donde ir(. ..) es conectar el corazón y la razón a personas ,acciones, circunstancias y cosas valiosas, lo que te lleva a actuar de un modo u otro en las situaciones cotidianas y en la vida en general, te hace experimentar coherencia y te convierte en aquello que haces”. (Martínez Efren, 2023). Dicho de otro modo, una fuerte toma de conciencia de la propia agencia vital y sus proyecciones diarias. En relación a una de las aflicciones más sentidas, sobre los 60 años, guarda relación con la propia finitud , es decir, la muerte y lo que ello conlleva, a niveles más profundos, para cada persona.
Autores como el Frank Ostaseski, formulan invitaciones que apuntan a tomar conciencia de ese hito decisivo para vivir más plenamente, expresadas como: “No esperar. Aceptar todo. No rechazar nada. Pon todo tu ser en la experiencia. Busca un lugar de reposo en medio de la agitación. Cultiva una mente de no saber” (Ostaseski, Frank). Es decir, vivir el aquí y ahora, reconocer nuestras situaciones y realidades, cultivar la aceptación de otres y de un@ mismo, tomar conciencia de nuestras emociones, regulándolas, y revisar nuestras creencias, sobre todo las que nos limitan, hacer transformaciones cotidianas, que avancen en serenidad, adaptaciones y bienestar.
Por otra parte, enfoques más globales, como el del envejecimiento saludable/activo promovido por organismos internacionales, apuntan a optimizar la promoción de aspectos vinculados a la calidad de vida tales como estilos de vida saludables, seguridad y participación social y fomento de autonomía e independencia (OMS, 2015), que deben impulsarse de las políticas públicas y desde cada persona.
Nuevos conceptos se acuñan por estos días, mostrando las nuevas formas de entender el modo como convivimos, uno de ellos es el de la solidaridad intergeneracional, que podrían explicar las complicidades entre jóvenes y viejes, entre pequeños y mayores, por ejemplo, abueles y nietes, instalado en el campo de las esperanzas de comunidades comprometidas con las personas mayores y el rico intercambio entre generaciones.
Celebremos las vejeces a todo lo ancho y largo, con el horizonte de una “ buena vida” para cada un@ de ell@s.
Referencias:
Waldinger, Robert y Schulz, Marc:”Una Buena Vida”.Planeta editores. 2023.
Frankl . Víctor: “El hombre en busca de sentido”, Ed Herder. Ed 1996.
Martínez, Efrén: “Hazte dueño de ti”. Ed Diana, 2023.
Ostaseski, Frank: “Las cinco invitaciones”, Ed Oceáno. Ed 2023.
www.oms.org
Octubre 2024