No maltratos y Si Derechos
Envejecer con la dignidad y con el bienestar que nos merecemos, siendo titulares de derechos a ejercer en todas las dimensiones de nuestra humanidad y no como víctimas de distintas formas de maltratos que nos menoscaban, es un desafío personal y societal de la mayor envergadura, desafío que nos compromete a todes en el día a día, y con mayor empeño en quienes estamos comprometid@s en sembrar semilla a semilla nuevas realidades de equidad para cualquier ser humano.
Por el lado de las desdichas, podemos mencionar la existencia de Maltratos y Negligencias, ya sea de personas de nuestro entorno, de familiares, incluidos quienes ejercen roles de cuidado. Grupo éste último, el de cuidadoras predominantemente que requiere también de atención sobre todo en su propia salud, por el efecto del estrés del cuidador. Los Maltratos y las Negligencias están definidos, de manera coincidente entre distintas aproximaciones, como cualquier acción u omisión que produce daño y que vulnera el respeto a la dignidad y al ejercicio de sus derechos como persona, en este caso mayor de 60 años. Los primeros, son abusos de forma activa, es decir, se expresan en violencias psicológicas, emocionales, sexuales, en los abusos físicos, los abusos patrimoniales (financieros/económicas) y las negligencias, entendidas como formas pasivas de maltratos, que se manifiestan en abandonos, aislamientos, descuidos y omisiones. Se plantea también la aparición de maltratos en instituciones, en especial, para personas mayores, que padecen dolencias o discapacidades.
Y existe una forma más compleja de violencia, a nivel societal y cultural, de inequidades y brechas existentes, de no aseguramiento de derechos básicos, sobre todo cuando jubilas y cambia tu calidad de vida ostensiblemente y pierdes tus roles sociales de décadas; acompañado de invisibilidades o negaciones porque estás en la categoría de viej@. O visto desde las opresiones simbólicas existentes en que nos declaran en lo que se comunica socialmente en narrativas de “inservibles”, o de “un peso” y/o se nos estereotipa, con imágenes devaluadas o peyorativas, y cínicamente amables- de “abuelit@s”, de “tatitas”; en una discriminación por edad que se denomina como “viejismo”.
Así, maltratos activos y pasivos se constituyen en el pan de cada día para miles de personas mayores, casi independiente de la comuna o territorio en que viva, los recursos con los que cuente, de la actividad que haya realizado; asimismo, pueden solaparse distintos abusos, en las interseccionalides de ciertas dimensiones, es decir, una suma de discriminaciones por distintas razones, en relación a la edad, mayor de 60, mujer o varón, urbano o rural, entre otras situaciones/características.
Y siguiendo en la vereda de la desdicha que no queremos tolerar, de la que debemos tomar mayor conciencia, podemos afirmar que las exclusiones, las discriminaciones y las violencias a las que podamos estar expuest@s daña nuestra humanidad, nuestra psiquis e incluso nuestr@s cuerp@s. Afecta nuestra salud global (más allá de los deterioros propios del envejecimiento), nos instala en vulnerabilidades no deseables, con distintos niveles de depresiones, aparición de ideaciones suicidas e incremento de adicciones, potencia los factores de riesgo y se merman las contribuciones a nuestras familias y a nuestras comunidades.
Los derechos
Por el lado de las esperanzas, ya lo hemos compartido antes, tenemos Derechos, consagrados el año 2015, a través de la Convención Interamericana de Protección de Derechos de las Personas Mayores, OEA, ratificada en Chile en el año 2017, y que tiene como objeto ” promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de la persona mayor, a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad”. Y considerando los siguientes principios, declarados en la mencionada Convención, derechos que deben resguardarse y protegerse en todas las instancias, tales como la autonomía y la independencia, la participación, la dignidad, los cuidados y la auto-realización, que se expresan en:
- Los derechos a la igualdad y no discriminación;
· A la vida y a la dignidad en la vejez;
· A la independencia a y la autonomía;
· A la participación e integración comunitaria;
· A la libertad personal;
· A la libertad de expresión y de opinión y de acceso a la información;
· A la nacionalidad y a la libertad de circulación;
· A la privacidad y a la intimidad;
· A los derechos políticos;
· A reunión y a asociación;
· A igual reconocimiento como persona ante la ley;
· Y a la justicia.
· A la seguridad y a una vida sin ningún tipo de violencia;
· A no ser sometid@s a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes;
· A brindar consentimiento libre e informado en el ámbito de la salud;
· Los derechos para personas mayores que reciben cuidados a largo plazo;
· A derechos sociales como: seguridad social; trabajo; cultura; salud; educación; recreación, esparcimiento y al deporte; la propiedad; la vivienda; un medio ambiente sano; la movilidad y accesibilidad personal;· Derechos en situaciones de riesgos y emergencias humanitarias.
Fuente: Convención Derechos de la personas Mayores, SENAMA
Lista de derechos que el Estado de Chile está obligado a asegurar en su ejercicio concreto para millones de personas mayores, en distintos ámbitos, a una población cada vez más creciente, y acorde a los requerimientos específicos como personas mayores. Y que la nueva Constitución en construcción también reconoce como un eje de derechos a asegurar.
Por todo lo anterior, en lo más personal la tarea entonces es ejercitar nuestros derechos, no aceptar malos tratos ni activos ni pasivos en ningún contexto; aumentar reconocimiento de quienes somos y honrar nuestras trayectorias y bagages, reparar errores como gesto de crecimiento e integridad; participar activamente y acorde a nuestros tiempos y capacidades en aquello que nos motive, considerando nuestras preferencias, intereses y valores. Cuidando nuestro bienestar. Y muy significativamente siendo congruentes con los propósitos y sentidos de nuestras vidas, re-tomando la senda de madurez en relación a nuestras vejeces, diversas, únicas, gero-trascendentes.
Ana Cáceres, psicóloga
Junio 2022