Creciendo con pantallas - CasaFen

Creciendo con pantallas

Esto no pretende ser un paper sobre como afecta el desarrollo infantil el uso de pantallas, ni como tienen efectos nocivos sobre el cerebro, o como el uso indiscriminado de pantallas y tecnologia en la infancia tiene relacion con aumento de suicidio en adolescentes, problemas atencionales, trastornos de ansiedad y/o depresion infantojuvenil.

Hay mucha información sobre este tema, la neurociencia lo sostiene, lo que pretendo es generar conversación, un compartir de pensamiento y de opiniones. Desde mi lugar de terapeuta de niñes y adolescentes, pero también de mamá. 

Que entendamos que algo es nocivo, no necesariamente nos ayuda a saber cómo manejar el tema. Es difícil tratar de criar y poner límites donde la mayoría de nosotros no los tenemos con nosotros mismos. 

Partamos por uno de los lugares más problemáticos del tema: 

Los adultos que estamos criando, en este momento, somos personas que en su mayoría usa tecnología todo el día (y parte de la noche). Somos adultos que usamos celulares, computadores y tablets, que nos gusta ver tele, usamos redes sociales y  jugamos videojuegos. No sólo para usos laborales, sino que también recreativas y sociales. ¿Por qué es esto un problema? Porque la gran mayoría del aprendizaje en la infancia es a través de la imitación. 

Otra problemática es la presión social “como se lo prohibo si todos sus amigos juegan», qué pasa cuando tu hije queda excluido porque no juega el juego que juegan todos, o no tienen la red social para comunicarse con sus pares o el tiktok para bailar, el “mama cuando puedo tener celular, o tablet”, “por qué yo no si todos tienen”. 

Esta es una presión real que toca un lugar profundo dentro de los padres, que es que no les falte, que no sufran ni sean excluidos nuestros hijos, siendo esta una de las razones reales por las que niños son excluidos en sus grupos de pares. Si no tenemos extremadamente claro el porqué “no”, no vamos a poder sostener este límite. 

Ligado a esta problemática es la respuesta ansiógena que se genera cuando se apagan las pantallas: «cuando se lo apago se frustra mucho, grita, hace pataleta, llora” o “se pone irritable/agresivo”. En el caso de adolescentes se ve más como “no deja el teléfono, no nos habla”. 

Todas estas, señales de que es importante limitar el uso de pantallas, pero muchas veces no está la energía o herramientas de lidiar con la reacción post pantalla esto genera una especie de “tiro la toalla” y cedo.  

Hay que sumarle que en la pandemia muchos padres trabajaban desde casa con los niños encerrados entonces, ¿qué más se podía hacer, que poner pantalla cuando había que trabajar por horas sin poder dar atención y necesitar silencio?.

Hay otras aristas de porqué este tema es complejo en la realidad de las familias hoy en día. En un mundo donde están las IA empezando a aparecer en el uso de la persona común y corriente, donde no sabemos qué rol tendrá la tecnología en la vida de nuestros hijes, pero probablemente uno importante.  

Lo primero, me parece es informarse de qué efecto tiene la tecnología sobre el cerebro en crecimiento, sobre lo que genera sobre los circuitos de dopamina. Qué relación tiene con la falta de interacción social, la dificultad de jugar o la creatividad, incluso  sobre la cognición y el aprendizaje.

Desde lo práctico para mí un lugar para empezar es:

1) qué tecnología/app se está consumiendo

2) en qué aparato

3) cuánto tiempo/horas al día y total de horas en la semana

4) edad. 

Y agregaría  como señal de alerta

5) si el uso de pantallas está interfiriendo en su sueño, estado emocional, interacciones sociales, académicas y/o familiares.

No es lo mismo el cerebro de un niño de 3 años que el de un adolescente. A mi parecer no se puede dar reglas fijas que no tomen en cuenta la edad, y la madurez socioemocional de cada individuo.

Como ejemplo y haciendo hincapié que cada niño es diferente,

  • Un niño menor a 3 años no debería tener contacto con pantallas, especialmente con celulares y tablets. Esto está bien documentado y la mayoría de los pediatras, psiquiatras y psicólogos infantiles lo apoyan. 
  • De los 4 a los 14 años se considera nocivo el uso de celulares, videojuegos y redes sociales. Es  este rango etario el que está más propenso a ver pornografia, ser vulnerables a bullying cibernético o acoso de personas adultas. No hay la madurez cerebral suficiente para poder discernir el peligro, ni tampoco la madurez emocional para poner límites a los que están viendo. Este rango etario necesita el acompañamiento adulto sobre lo que se está viendo. 
  • El uso de videojuegos antes de los 12 años no es recomendado por lo que genera en el cerebro y el aumento de trastornos ansiosos, dificultad para conectar socialmente con los pares y problemas atencionales. 

Con respecto al contenido, especialmente sobre los 7 años cuando los niños ya saben manejar la tecnología solos, lo que están viendo empieza a ser relevante. No es lo mismo que vean una serie o película en alguna de las plataformas que están hechas para niños, a que vean youtubers o tiktok por horas. El contenido simbólico y aprendizaje que se está consumiendo no es el mismo. You tube y tiktok,  también otras redes sociales, son peligrosos en el contenido y exposición, especialmente cuando no está acompañado por un adulto. No son plataformas pensadas en niños y sus funciones de seguridad parental no funcionan como esperaríamos. 

En cuanto a horarios y cantidad de horas, poner ojo si el uso de pantallas es todos los días sobre 2 horas diarias, si suman eso, es un día entero de la semana en uso de pantalla. 

Independiente si como familia se decide permitir todos los días o algunos días a la semana, no debería sumar más de 6 horas semanales. Aunque en lo personal me funciona mejor: “días sin pantallas”, y los días que sí, que sea un poco más largo el uso. 

En cuanto a adolescentes (vamos a fijarlo sobre los 14 años), el panorama cambia mucho. Es difícil en esta etapa prohibir o limitar, el trabajo sobre la autorregulación depende de lo que se aprendió antes de esta edad. Esto no quiere decir que no se pongan límites, un buen lugar para empezar es conversar sobre el uso de redes sociales con los adolescentes, explicarles cómo funcionan los algoritmos, porque están diseñados para seguir consumiendo, y cómo protegerse. Limitar ciertos espacios que sean sin tecnología en el día, por ejemplo que la hora de comer sea sin pantallas (¡incluídos los adultos!), o que haya horario de apagado de pantallas en la noche. Conozco varias familias que tienen una cajita en la entrada de la casa donde se guardan todos los celulares a cierta hora, incluidas la de los padres, o que controlan el wifi desde sus celulares, o toda la tecnologia (computadores, consolas y televisión), está en espacios comunes donde se tiene que compartir en familia.  

Estos son ejemplos de cómo uno puede mitigar los efectos de las pantallas. La invitación es a informarse, tener conversaciones profundas sobre el tema entre las personas que están criando, a no tener miedo de equivocarse, y si algo no funciona, probar otra forma. 

Conversar con los hijes y explicarles porqué se llegó a cierta decisión. Entender que todo cambio de hábito se recibe con resistencia y frustración, que toma tiempo. También a pedir ayuda si no sabemos por dónde empezar, o si ya hay signos en nuestros hijes que este tema está interfiriendo en lugares importantes de su vida o en su salud mental.  

Les dejo con una invitación, a probar un par de veces al año un “detox” familiar de pantallas, ojala una semana, o por lo menos un fin de semana sin pantallas. Ver qué pasa…, ¿a quién le cuesta más conectar?, ¿quién se aburre más?. Y luego ver qué aparece, qué ocurre con el estado de ánimo y la conexión familiar.

Escrito por Ps. Infanto – Juvenil, Federica Brauer.

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