El running está de moda. Y enhorabuena que así sea. Pero cuidado, a veces por pecar de entusiastas podemos caer en ciertos errores. ¿Cuánto debemos exigirnos? ¿Qué distancia debo correr? ¿7K, 10K, 21K o hasta 42K? El deportista amateur (la inmensa mayoría de nosotros) no tiene un técnico o preparador físico que lo oriente sobre cuáles son las limitaciones de cada cual. Y al exigirnos más de la cuenta, en vez de producir un efecto positivo en la salud, podemos dañar nuestro organismo sin quererlo ni sospecharlo.
En términos generales, se sabe que la actividad física beneficia la salud. Un estudio reciente, en que se hizo un seguimiento por 15 años a más de 52.000 individuos (es un estudio gigantesco!) constató que las personas que practicaban regularmente el running tenían una mortalidad menor que la población no deportista, con una tasa de muerte menor hasta de un 19%. Es decir los efectos positivos del deporte son elocuentes. Pero al desglosar los datos surge una información que la inmensa mayoría de la población trotadora desconoce…
En este mismo estudio retrospectivo se pudo constatar diferencias entre aquellos que realizaban un ejercicio moderado con los que practicaban una actividad física más intensa. A diferencia de lo que pudieran creer los runners, el mayor beneficio para la salud lo tenían aquellos que trotaban a un ritmo no intenso, sino que moderado. El grupo de individuos que llevaban un ritmo moderado de 9 a 11 km/hr presentó una clara disminución en la mortalidad en los 15 años de seguimiento que duró el estudio. Así mismo los que trotaban entre 16 a 24 km a la semana se beneficiaban mucho más de los que hacían más de 32 km semanales. Analizando la variable «frecuencia semanal de trote», los individuos con menor mortalidad fueron aquellos que trotaban entre 2 a 5 veces por semana. El grupo de individuos que lo hacían 6 o 7 veces semanales presentaron las mismas tasas de mortalidad que los que no hacían ejercicio alguno. Esto respaldaría la teoría – bastante aceptada – que la relación entre actividad física y beneficio a la salud tiene una curva en forma de U: Es decir, si no hay actividad física o si ésta es excesiva, en ambos casos se puede producir un perjuicio a la salud. Por otro lado, se destaca que una actividad moderada es realmente la que protege.
Existen muchos estudios longitudinales al respecto y varios de ellos con información algo contradictoria sobre cuánta intensidad, distancia o frecuencia semanal de running es la ideal para mantener un estado de salud óptimo. No está claro, en términos de trote, cuál es el punto óptimo para la salud. Lo que sí queda claro es que, aun tratándose de actividad física (llena de buenas intensiones, por cierto) , los extremos siempre suelen ser perjudiciales.
Link a la publicación original en prensa especializada (inglés):
“The Not-So-Long Run: Mortality Benefit of Running Less Than 20 Miles per Week”