Horas sagradas Casafen - Photo by Patricia Prudente on Unsplash

Horas sagradas

Horas Sagradas

La hora sagrada al nacer es la que se refiere a esos 60 minutos justo después del nacimiento donde, si tenemos suerte, el bebé que acaba de llegar puede hacer apego con su madre, piel con piel, olerse, reconocerse ahora estando afuera, tomar pecho. Al fin y al cabo CONECTAR.

¿Qué preciosa imagen, no creen?

Desde que nacemos tenemos esa necesidad de CONECTAR, de ser mirados, atendidos, acompañados y amados. ¿Hasta cuándo es una necesidad esto? ¿Y cómo su falta afecta el desarrollo infantil? Se me viene a la cabeza un “Hasta siempre”. ¿Qué adulto no está en constante búsqueda de conectarse, sentirse más amado, más visto?

Cada vez vemos más niños ansiosos, con problemas atencionales, inquietos, niños rabiosos, mañosos (como dicen algunos coloquialmente), niños que no toleran la frustración. Niños, para resumir, ansiosos o enojados/frustrados.

Claro, existe una psicopatología asociada a los problemas más graves de la psique infantil, pero cabe preguntarnos: con tan alta prevalencia?  Somos uno de los países con más niños diagnosticados de TDAH.

Un último estudio hecho en Chile habla de una prevalencia de un 10% de la población infantojuvenil, comparado con otros países, en que está entre un 2 y 4 %. Lo mismo se puede observar con los  diagnósticos de trastornos ansiosos en la infancia, trastornos disruptivos, etc.

http://revistagpu.cl/2015/GPU_marzo_2015_PDF/INV_Estudio_de_epidemiologia.pdf

 

¿Qué estará pasando que nuestros niños se están enfermando?

Para mi puede que haya una respuesta simple: Miremos a los niños, qué están haciendo en el día a día? Esto nunca deja de sorprenderme.

Un niño normal en Chile va en promedio 8 a 9 horas a la sala de cuna, jardín o colegio. Se levanta a las 6:30 a.m.  con sus padres, y, si es parecido a mi casa, la mañana es un frenesí de alistarse, vestirse, tomar desayuno, armar mochilas, besito y salir por la puerta para dejar a los niños y no llegar tarde al trabajo.

Los niños están en el jardín o colegio desde las 8:00 a las 16:30. Llegan a sus casas tipo 17:30, alguien los recibe (abuelas, tías, asesoras del hogar, vecinos, etc.), juegan un rato o hacen tareas, y sus padres – en el mejor de los casos- están en casa entre las  18:30 a 19:00. Los niños toman once, hacen tareas y empieza la rutina de dormir, baño, pijama y a dormir. Digamos que a las 21:00 están todos durmiendo.

Esto de Lunes a Viernes.

¿Les llama algo la atención? ¿Qué salta a la vista?

Sigamos con el fin de semana, muchos padres refieren  aprovechar el fin de semana para hacer las compras, ir a la feria, ordenar la casa, ir a ver a las familias. Levantarse un poco más tarde (que en general se resume en prenderle la tele a los más pequeños). Algunos niños tienen actividades recreativas/deportivas los sábados en la mañana.

En algún momento del fin de semana, también deben estudiar o hacer las tareas que no lograron hacer en la semana.

El domingo tiende en Chile a ser un día de reunirse en Familia. Y comienza de nuevo la semana.

Nuevamente, ¿qué les salta a la vista?

Háganles una simple pregunta a los niños: ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo SOLO divertido con tu mamá? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo SOLO divertido con tu papá?

Es una pregunta simple y la respuesta, en general, lamentablemente es “no me acuerdo”, o ha pasado mucho tiempo.  Los niños son tremendamente generosos con sus padres, aceptan estos tiempos juntos -como la ida al supermercado, u ordenar la casa juntos – como tiempo de estar con sus padres.

Pero no nos llama la atención que en una semana normal de un niño, los vemos tan poco? Que pasamos poco tiempo de juego, risas y ocio con ellos?  Poco tiempo destinado a, como se planteaba al principio, CONECTAR con ellos.

¿Cómo puede un niño mostrar que necesita más tiempo con sus padres?  Pues llamando la atención de la única manera que saben que funciona! Gritando, pataleando, llorando, no pudiendo estar quietos, etc. Necesitan algo que ni la escuela, ni la tele, ni sus pares, pueden darles.

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Les propongo un experimento: Y si alargamos esa Hora Sagrada a nuestra vida diaria?

Por qué Sagrada? Porque es tremendamente difícil en esta sociedad equilibrar los tiempos de nuestra vida cotidiana. Cuando uno se lo propone como sagrado, nos permite ponerlo en la prioridad que necesita.

Les dejo una propuesta como ejemplo, y cada uno lo puede modificar según sus posibilidades en su vida diaria.

  1. Una hora sagrada de CADA hijo con CADA padre/madre. Ojala fuera diaria, pero  como mínimo una vez por semana. Tiene reglas, eso sí, esta hora sagrada: los celulares, televisión, deben estar apagados; ojala no sea en la casa, especialmente si hay hermanos, ya que la idea es que sea una hora de atención y conexión entre los dos.
  2. Una hora a la semana para cada uno de los padres de tiempo libre e individual. Si, así como lo leen: una hora para hacer lo que uno quiere o le gusta hacer. La necesidad de espacio, de silencio, de ejercicio, es muy importante para poder ser padres sanos y felices (y con espacio emocional y psicológico para darles a los niños).
  3. Una hora sagrada de tiempo en familia, puede ser comer todos juntos, conversar, juegos de mesa o un paseo o ida a la plaza, nuevamente la regla es celulares y televisión apagados, ya que es muy fácil distraerse.
  4. Una hora para la pareja a la semana: en mi experiencia esta es de las más difíciles, así es que si lo logran una vez al mes, todo bien. Como ayuda a padres primerizos con bebes pequeños es mejor apuntar a buscar tiempos de día y no de noche, que es más difícil para los niños.

Como terapeuta y también como mujer, madre y pareja, puedo decirles que me fue difícil tratar de equilibrar estos espacios. Darle la importancia a la sanidad mental, y sobre todo a la felicidad y conexión con nuestros niños parece simple, pero es difícil de conjugar con las largas horas de jornada laboral y el cansancio cotidiano con el que lidiamos los adultos (y como vimos, también los niños).

Cuando lo he logrado, y como también lo he podido ir viendo en otras familias que lo van logrando, lo más frecuente es que los niños se calman, se ponen más tranquilos, más amorosos, menos ansiosos, menos rabiosos, menos frustrados.

No es la respuesta ante todo lo que le puede estar pasando a un niño, es una invitación a Conectar y Amar más.

Entonces: Quien se anima?

Espero puedan compartirme sus experiencias, ya que este es un aprendizaje en camino con muchas respuestas posibles.

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Psicóloga Federica Brauer

federica@casafen.cl